Era un día de primavera
cuando Sofía y Andrea iban a comer al campo. Cuando llegaron se pusieron a
recoger flores, había mucha hierba alrededor de ellas y no vieron un agujero
justo donde ellas se encontraban.
De pronto se cayeron por el enorme hoyo y
rodaron por un túnel, cuando llegaron al final encontraron una puerta. Todavía
estaban mareadas cuando la abrieron y vieron, con sorpresa, un pasadizo que les
llevaba hasta una inmensa gruta. Sofía y Andrea estaban asombradas, habían
encontrado un nuevo mundo en el interior de la Tierra. Se decidieron a
explorarlo, cogieron una linterna de sus mochilas y comenzaron a caminar
adentrándose en la gruta. Por el camino iban escuchando algunos ruidos
extraños, uno de ellos fue el que más les sorprendió, voces humanas cantando
una cancioncilla que les resultaba familiar: ¡El corro de la patata, comeremos
ensalada……!. Comenzaron a correr hacia donde provenía el sonido y cuando se
acercaron lo suficiente, vieron una luz que procedía del techo. Sofía se subió
encima de Andrea para llegar hasta la abertura. Primero subió Sofía y luego
ayudó a Andrea, y cuando estaban las dos arriba se dieron cuenta de que,
sorprendentemente, habían llegado a su colegio. Los niños que estaban jugando y
cantando se dieron un susto de muerte cuando vieron a las dos niñas salir del
agujero de las obras que estaban realizando para la mejora de las
instalaciones. Cuando estuvieron más tranquilas su profesora les explicó que
ese túnel era un pasadizo secreto que utilizaban los caballeros que allí vivían
antiguamente.
Al cabo de unos días su
profesora les mandó un trabajo para que escribieran sobre algo sorprendente que
les hubiese pasado, y ellas lo hicieron sobre su aventura por las grutas.
Cristina Berenguer 4º B
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