Era un día de verano en Sevilla cuando José y su familia
decidieron irse a Málaga para bañarse en la playa. Cuando llegaron, José quiso
jugar en la arena mientras sus padres tomaban el sol. Empezó a cavar en la
arena hasta que dio con algo. Tiró, tiró y tiró y por fin salió esa cosa
misteriosa, José se llevó una gran sorpresa, ¡aquella cosa misteriosa era una hermosa
llave de oro!, como era muy bonita José se la metió en el bolsillo del bañador
y se fue a bañarse. Cuando se estaba bañando un caballito de mar le tiró del
pie y se lo llevó mar adentro en su lomo. Como José no podía respirar debajo
del agua se quedo inconsciente unos
minutos hasta que el caballito de mar le metió en la boca unas algas e
hizo que las masticara y tragara.
Después de que las tragara, ¡José podía respirar debajo del agua y
entender el lenguaje de todos los animales marinos! El caballito de mar le
dijo:
-¡Tienes que ayudarme por favor!
José se pegó un
pellizco para ver que todo esto no era un sueño y al ver que no lo era,
un poco asustado dijo:
-¿Quién eres? ¿Y qué quieres de mí?
-Perdón por no
presentarme soy Caballín y vengo de Marinápolis allí es donde viven todos los
animales marinos y necesitamos tu ayuda.
-¿Mi ayuda? ¿Por qué yo?
-Porque tu eres el elegido y no se hable más.
-Si pero, ¿Mi ayuda en qué?
-Sube a mi lomo y te lo cuento por el camino.
José se subió en el caballito de mar y escuchó atentamente
lo que él decía:
-Verás, nuestra reina la sirena Carmen tiene una hija
llamada Isabel y la semana que viene es su cumpleaños, ella quiere regalarle
algo especial y ha pensado regalarle el preciado anillo Corazón Perdido pero
nadie lo ha encontrado jamás y te ha elegido a ti para buscarlo pero no te
preocupes yo estaré contigo. Ya hemos llegado al Palacio Real, tú quédate aquí,
le diré a la reina que te he encontrado y partiremos. El caballito de mar
volvió y dijo:
-Ya podemos partir, súbete a mi lomo.
-¿Y adónde tenemos que ir?.
-No te preocupes, tengo un mapa.
-Según el mapa tenemos que ir a la Gruta de los Cristales.
Allí se encuentra el anillo Corazón Perdido.
El niño y el caballito de mar llegaron a la gruta y José
dijo:
-¡Qué bonito! ¡cuánto brilla!
-Brilla porque la luz del sol que entra por esa rendija se
refleja en los cristales.
Caballín y José atravesaron la gruta y encontraron una
misteriosa puerta con una cerradura dorada.
-¿Y ahora cómo vamos a entrar?
-No lo sé pero puede que yo tenga la solución, verás. En la
playa encontré una llave de oro, y puede que sirva para esta cerradura. Voy a
probar.
José se sacó la llave del bolsillo y la metió en la
cerradura y de repente la puerta se abrió.
-¡Ahí va! Ahí está el anillo Corazón Perdido, vamos a
cogerlo.
-Espera, puede que haya trampas.
José tiró una piedra al pasillo que llevaba hasta el anillo
Corazón Perdido y efectivamente, había una trampa. El caballito y José la
atravesaron con cuidado y cogieron el anillo.
-¡Vamos a llevárselo a la reina!.
-Sí.
El niño y el caballito le llevaron el anillo a la reina y
cuando lo vio dijo:
-Muchas gracias por traerme el anillo para mi hija, ahora se
lo podré regalar por su cumpleaños. Caballín lleva a José a la playa, seguro
que sus padres están muy preocupados. Puedes visitarnos siempre que quieras,
José.
El caballito llevó a José con sus padres que estaban muy
preocupados y éstos al verle le dieron un abrazo, lo metieron en el coche y
volvieron a Sevilla. José nunca olvidaría aquella maravillosa aventura.
Cristina Berenguer Ramos 3º B